sábado, 19 de diciembre de 2009

LA PEQUEÑA ORQUESTA

David Schluss

Había una vez tres instrumentos musicales que no se llevaban nada bien. La flauta, la guitarra y el tambor siempre estaban discutiendo por ver quién era el mejor: La flauta decía que su sonido era el más dulce de todos. La guitarra decía que ella era la que hacía mejores melodías. Y el tambor decía que él llevaba el ritmo mejor que nadie. Todos se creían los mejores y despreciaban a los otros. Por eso, cada uno se iba a tocar a una parte distinta de la habitación donde vivían. Pero el sonido del tambor molestaba a la flauta, la flauta molestaba a la guitarra y la guitarra molestaba al tambor. Allí no había quien pudiera tocar tranquilo. En lugar de hacer música hacían ruido. Y si alguien se paraba a escucharles, pronto sentía un fuerte dolor de cabeza. Siempre pasaba lo mismo. Hasta que un día llegó una batuta a vivir con ellos. Al ver lo que ocurría, les dijo que ella podría ayudarles si querían. Pero los tres instrumentos estaban convencidos de que nadie podía ayudarles. La mejor solución era separarse y que cada uno se marchara a vivir a otra parte. Así podrían tocar a gusto, sin tener que soportar lo mal que tocaban los demás. La batuta les propuso intentar hacer una cosa: tocar juntos una misma canción. Ella les ayudaría a hacerlo. Al principio no estaban muy convencidos; pero al final, aceptaron. Les dijo lo que tenía que tocar cada uno y, después de un breve ensayo, comenzó a sonar la canción. Los tres instrumentos miraban fijamente a la batuta, que les indicaba a cada momento cómo y cuándo tenían que tocar. La canción iba sonando muy bien. La flauta, la guitarra y el tambor no salían de su asombro. Estaban tocando juntos una misma canción y les estaba saliendo bien. Habían comenzado a hacer música. Cuando acabaron de tocar, estaban tan contentos de cómo les había salido, que se felicitaron. Era la primera vez que se ponían de acuerdo en algo. Le pidieron a la batuta que les hiciera tocar otra vez la misma canción. La estuvieron tocando todo el día cientos de veces. Todo el que pasaba por allí, al escucharles, se quedaba admirado de lo bien que tocaban. Al unirse y poner en común lo mejor de cada uno, habían conseguido formar una pequeña orquesta. Desde entonces, se dedicaron a dar conciertos por todas partes y se hicieron famosos por lo bien que tocaban juntos.

viernes, 11 de diciembre de 2009

EL PICADOR DE PIEDRA

Mayte

Cuenta la leyenda que un humilde picador de piedra vivía resignado en su pobreza, aunque siempre anhelaba con deseo convertirse en un hombre rico y poderoso. Un buen día expresó en voz alta su deseo y cuál fue su sorpresa cuando vio que éste se había hecho realidad: se había convertido en un rico mercader.
Esto le hizo muy feliz hasta el día que conoció a un hombre aún más rico y poderoso que él. Entonces pidió de nuevo ser así y su deseo le fue también concedido. Al poco tiempo se cercioró de que debido a su condición se había creado muchos enemigos y sintió miedo.
Cuando vio cómo un feroz samurai resolvía las divergencias con sus enemigos, pensó que el manejo magistral de un arte de combate le garantizaría la paz y la indestructibilidad. Así que quiso convertirse en un respetado samurai y así fue.
Sin embargo, aún siendo un temido guerrero, sus enemigos habían aumentado en número y peligrosidad. Un día se sorprendió mirando al sol desde la seguridad de la ventana de su casa y pensó: "él si que es superior, ya que nadie puede hacerle daño y siempre está por encima de todas las cosas. ¡ Quiero ser el sol !".
Cuando logró su propósito, tuvo la mala suerte de que una nube se interpuso en su camino entorpeciendo su visión y pensó que la nube era realmente poderosa y así era como realmente le gustaría ser.
Así, se convirtió en nube, pero al ver cómo el viento le arrastraba con su fuerza, la desilusión fue insoportable. Entonces decidió que quería ser viento. Cuando fue viento, observó que aunque soplaba con gran fuerza a una roca, ésta no se movía y pensó: ¡ ella sí que es realmente fuerte: quiero ser una roca ! Al convertirse en roca se sintió invencible porque creía que no existía nada más fuerte que él en todo el universo.
Pero cuál fue su sorpresa al ver que apareció un picador de piedra que tallaba la roca y empezaba a darle la forma que quería pese a su contraria voluntad. Esto le hizo reflexionar y le llevó a pensar que, en definitiva, su condición inicial no era tan mala y que deseaba de nuevo volver a ser el picador de piedra que era en un principio.

Marc E. Boillat de Corgemont Sartorio