El Alquimista. Paulo Coelho
domingo, 22 de noviembre de 2009
ANTE LA LEY
Franz Kafka
EL ACUSADO
Moraleja: Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejes de buscar la salida ni de luchar hasta el último momento.
!! SE CREATIVO...!! CUANDO TODO PAREZCA PERDIDO, USA LA IMAGINACION..!!
EL CUENTO DE LOS MINEROS
Hay una historia que dicen es verídica. Aparentemente sucedió en algún lugar de África.
Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo extrayendo minerales desde las entrañas de la tierra. De repente un derrumbe los dejo aislados del afuera sellando la salida del túnel. En silencio cada uno miró a los demás. De un vistazo calcularon su situación. Con su experiencia, se dieron cuenta rápidamente de que el problema sería el oxigeno. Si hacían todo bien les quedaban unas tres horas de aire, cuando mucho tres horas y media. Mucha gente de afuera sabría que ellos estaban allí atrapados, pero un derrumbe como este significaría horadar otra vez la mina para llegar a buscarlos. ¿Podrían hacerlo antes de que se terminara el aire? Los expertos mineros decidieron que debían ahorrar todo el oxigeno que pudieran. Acordaron hacer el menor desgaste físico posible, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron todos en el suelo. Enmudecidos por la situación e inmóviles en la oscuridad era difícil calcular el paso del tiempo. Incidentalmente solo uno de ellos tenía reloj. Hacia él iban todas las preguntas: ¿cuanto tiempo pasó? ¿Cuánto falta? ¿Y ahora?. El tiempo se estiraba, cada par de minutos parecía una hora y la desesperación ante cada respuesta agravaba aun más la tensión. El jefe de los mineros se dio cuenta de que si seguían así la ansiedad los haría respirar más rápidamente y esto los podía matar. Así que ordenó al que tenia el reloj que solamente él controlara el paso del tiempo. Nadie haría mas preguntas, él avisaría a todos cada media hora. Cumpliendo la orden, el del reloj controlaba su maquina. Y cuando la primera media hora pasó. Él dijo:“ha pasado media hora”. Hubo un murmullo entre ellos y una angustia que se sentía en el aire. El hombre del reloj se dio cuenta de que a medida que pasaba el tiempo, iba a ser cada vez más terrible comunicarles que el minuto final se acercaba. Sin consultar a nadie decidió que ellos no merecían morirse sufriendo. Así que la próxima vez que le informo la media hora, habían pasado en realidad 45 minutos. No había manera de notar la diferencia así que nadie siquiera desconfió. Apoyado en el éxito del engaño la tercera información la dio casi una hora después. “paso otra media hora”… y los cinco creyeron que habían pasado encerrados, en total, una hora y media y todos pensaron en cuan largos se le hacia el tiempo. Así siguió el del reloj, a cada hora completa les informaba que había pasado media hora. …La cuadrilla apuraba la tarea de rescate, sabían en que cámara estaban atrapados, y que sería difícil poder llegar antes de cuatro horas. Llegaron a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a los seis mineros muertos. Encontraron vivos a cinco de ellos. Solamente uno había muerto de asfixia… el que tenía el reloj. Esta es la fuerza que tienen las creencias en nuestras vidas. Esto es lo que nuestros condicionamientos pueden llegar a hacer de nosotros. Cuando creemos y confiamos en que se puede seguir adelante, nuestras posibilidades se multiplican.
Jorge Bucay -El camino de las lágrimas.
lunes, 9 de noviembre de 2009
EL MINI-GOLF
Un padre llevó a sus pequeños a jugar al minigolf. En la taquilla, preguntó el precio.
- Son cinco monedas para los adultos y tres para los niños mayores de seis años. Para los menores de seis, la entrada es gratuita.
- Uno de ellos tiene tres, el otro siete. Pago la del mayor.
- Bobo -dijo el taquillero-. Podría haberse ahorrado tres monedas si hubiera dicho que el mayor tenía menos de seis. Yo no habría notado la diferencia.
- Puede, pero ellos sí la habrían notado. Y mi ejemplo quedaría grabado para siempre.
Jorge Bucay
EL PLANTADOR DE DÁTILES
- ¿Qué tal anciano? La paz sea contigo.
- Contigo –contestó Elihau sin dejar su tarea.
- ¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
- Siembro –contestó el viejo.
- ¿Qué siembras aquí, Elihau?
- Dátiles –respondió Elihau mientras señalaba a su alrededor el palmar.
- ¡Dátiles! –repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez comprensivamente-. El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
- No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
- Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?
- No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé... lo he olvidado... pero eso ¿qué importa?
- Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años de crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
-Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar estos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.
-Me has dado una gran lección, Elihau, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste –y diciendo esto, Hakim le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto, y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
-Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague también esta lección con otra bolsa de monedas.
- Y a veces pasa esto –siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseché no sólo una, sino dos veces.
-Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...
miércoles, 4 de noviembre de 2009
LO QUE UNO POSEE
En presencia de todos, manda entregar el presente, que es recibido con alegría por el agasajado.
Gentilmente, el agasajado agradece y pide que lo espere un instante, ya que le gustaría poder retribuir la gentileza.
Tira la basura, lava la bandeja, la cubre de flores, y la devuelve con un papel, donde dice:"Cada uno da lo que posee."
Así que, no se entristezca con la actitud de algunas personas; no pierda su serenidad.La rabia hace mal a la salud, el rencor daña el hígado y la cólera envenena el corazón.
Domine sus reacciones emotivas.Sea dueño de si mismo.No arroje leña en el fuego de su aborrecimiento.
No pierda su calma.Piense antes de hablar y no ceda a su impulsividad.
"Guardar resentimientos es como tomar veneno".
VERDADES PARA RECORDAR SIEMPRE
Tu presencia es un regalo para el mundo.
No hay otro ser como tú.
Tu vida será lo que tu quieras.
Al dedicarte, alegre, al quehacer diario, piensa en tus muchos dones, no en tus penas.
Recuerda que eres fuerte y que vencerás.
Encontrarás respuestas a todas tus preguntas,Sabiduría y valor dentro de ti.
No te limites a sabiendas pues tantos sueños esperan ser cumplidos.
No dejes que el azar decida por ti.
Mira siempre hacia la cumbre,tu meta y tu recompensa...
Inquietarse es perder el tiempo.
Cuanto más se piensa en un problema más arduo se torna.
Vive tranquilo, sin remordimientos.
Acuérdate que el amor repara todo.
Acuérdate que algunas cosas son eternas y que la amistad te da consuelo.
Tu riqueza esta en los que te rodean.
Comprende que nunca es demasiado tarde.
Convierte la rutina en hazañas.
Conserva tu felicidad y esperanza;detente para contemplar el cielo.
Y no te olvides nunca...ni siquiera un día...que eres un ser único...!
lunes, 2 de noviembre de 2009
AHORRANDO VIDA
Nos acostumbramos a vivir en departamentos y a no tener otra vista que no sea las ventanas de alrededor; y porque no se tiene vista, luego nos acostumbramos a no mirar para afuera;Y porque no miramos para afuera, luego nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas; Y porque no abrimosdel todo las cortinas, luego nos acostumbramos a encender más temprano la luz.Y a medida que nos acostumbramos, olvidamos el sol, olvidamos el aire, olvidamos la amplitud... Nos acostumbramos a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde; A tomarnos el café corriendo porque estamos atrasados; acostumbramos a no mirar para afuera; A leer el diario en el autobús porque no podemos perder tiempo; A comer un sándwich porque no da tiempo para almorzar; A salir del trabajo ya de noche; A dormir en el autobúsporque estamos cansados; A cenar rápido y dormir pesados sin haber vivido el día.
Nos acostumbramos a pensar que las personas cercanas a nosotros estarán siempre ahí y a creer que están bien, sin preocuparnos por averiguarlo; a esperar el día entero y finalmente oír en el teléfono: "Es que hoy no puedo ir...”
- A ver cuándo nos vemos... - La semana que viene nos reunimos..."A sonreír a las personas sin recibir una sonrisa de vuelta. A ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos. Si el cine está lleno nos acostumbramos y nos conformamos con sentarnos en la primera fila aunque tengamos que torcer un poco el cuello. Si el trabajo está complicado, nos consolamos pensando en el fin de semana; Y si el fin de semana no hay mucho que hacer,o andamos cortos de dinero, nos vamos a dormir temprano y listo,porque siempre tenemos sueño atrasado.Nos acostumbramos a ahorrar vida... Que, de a poco, igual se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados
POSESIVIDAD
- La quiero para mí –pensó. Muy suavemente la levantó y comenzó a caminar con ella en brazos, hacia las afueras de la ciudad. Fascinado, entró lentamente en el bosque y se dirigió al claro. Allí, bajo el sol de la tarde, la colocó con cuidado en el pasto y se sentó a contemplarla.