sábado, 19 de diciembre de 2009

LA PEQUEÑA ORQUESTA

David Schluss

Había una vez tres instrumentos musicales que no se llevaban nada bien. La flauta, la guitarra y el tambor siempre estaban discutiendo por ver quién era el mejor: La flauta decía que su sonido era el más dulce de todos. La guitarra decía que ella era la que hacía mejores melodías. Y el tambor decía que él llevaba el ritmo mejor que nadie. Todos se creían los mejores y despreciaban a los otros. Por eso, cada uno se iba a tocar a una parte distinta de la habitación donde vivían. Pero el sonido del tambor molestaba a la flauta, la flauta molestaba a la guitarra y la guitarra molestaba al tambor. Allí no había quien pudiera tocar tranquilo. En lugar de hacer música hacían ruido. Y si alguien se paraba a escucharles, pronto sentía un fuerte dolor de cabeza. Siempre pasaba lo mismo. Hasta que un día llegó una batuta a vivir con ellos. Al ver lo que ocurría, les dijo que ella podría ayudarles si querían. Pero los tres instrumentos estaban convencidos de que nadie podía ayudarles. La mejor solución era separarse y que cada uno se marchara a vivir a otra parte. Así podrían tocar a gusto, sin tener que soportar lo mal que tocaban los demás. La batuta les propuso intentar hacer una cosa: tocar juntos una misma canción. Ella les ayudaría a hacerlo. Al principio no estaban muy convencidos; pero al final, aceptaron. Les dijo lo que tenía que tocar cada uno y, después de un breve ensayo, comenzó a sonar la canción. Los tres instrumentos miraban fijamente a la batuta, que les indicaba a cada momento cómo y cuándo tenían que tocar. La canción iba sonando muy bien. La flauta, la guitarra y el tambor no salían de su asombro. Estaban tocando juntos una misma canción y les estaba saliendo bien. Habían comenzado a hacer música. Cuando acabaron de tocar, estaban tan contentos de cómo les había salido, que se felicitaron. Era la primera vez que se ponían de acuerdo en algo. Le pidieron a la batuta que les hiciera tocar otra vez la misma canción. La estuvieron tocando todo el día cientos de veces. Todo el que pasaba por allí, al escucharles, se quedaba admirado de lo bien que tocaban. Al unirse y poner en común lo mejor de cada uno, habían conseguido formar una pequeña orquesta. Desde entonces, se dedicaron a dar conciertos por todas partes y se hicieron famosos por lo bien que tocaban juntos.

viernes, 11 de diciembre de 2009

EL PICADOR DE PIEDRA

Mayte

Cuenta la leyenda que un humilde picador de piedra vivía resignado en su pobreza, aunque siempre anhelaba con deseo convertirse en un hombre rico y poderoso. Un buen día expresó en voz alta su deseo y cuál fue su sorpresa cuando vio que éste se había hecho realidad: se había convertido en un rico mercader.
Esto le hizo muy feliz hasta el día que conoció a un hombre aún más rico y poderoso que él. Entonces pidió de nuevo ser así y su deseo le fue también concedido. Al poco tiempo se cercioró de que debido a su condición se había creado muchos enemigos y sintió miedo.
Cuando vio cómo un feroz samurai resolvía las divergencias con sus enemigos, pensó que el manejo magistral de un arte de combate le garantizaría la paz y la indestructibilidad. Así que quiso convertirse en un respetado samurai y así fue.
Sin embargo, aún siendo un temido guerrero, sus enemigos habían aumentado en número y peligrosidad. Un día se sorprendió mirando al sol desde la seguridad de la ventana de su casa y pensó: "él si que es superior, ya que nadie puede hacerle daño y siempre está por encima de todas las cosas. ¡ Quiero ser el sol !".
Cuando logró su propósito, tuvo la mala suerte de que una nube se interpuso en su camino entorpeciendo su visión y pensó que la nube era realmente poderosa y así era como realmente le gustaría ser.
Así, se convirtió en nube, pero al ver cómo el viento le arrastraba con su fuerza, la desilusión fue insoportable. Entonces decidió que quería ser viento. Cuando fue viento, observó que aunque soplaba con gran fuerza a una roca, ésta no se movía y pensó: ¡ ella sí que es realmente fuerte: quiero ser una roca ! Al convertirse en roca se sintió invencible porque creía que no existía nada más fuerte que él en todo el universo.
Pero cuál fue su sorpresa al ver que apareció un picador de piedra que tallaba la roca y empezaba a darle la forma que quería pese a su contraria voluntad. Esto le hizo reflexionar y le llevó a pensar que, en definitiva, su condición inicial no era tan mala y que deseaba de nuevo volver a ser el picador de piedra que era en un principio.

Marc E. Boillat de Corgemont Sartorio

domingo, 22 de noviembre de 2009

Rob Gonsalves

Solo una cosa convierte en imposible un sueño: el miedo a fracasar.
El Alquimista. Paulo Coelho

ANTE LA LEY

Alberto Pancorbo

Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar. -Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora. La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice: -Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera. El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta. Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice: -Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo. Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino. -¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable. -Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar? El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora: -Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.

Franz Kafka

EL ACUSADO

Alejandra Salgado

Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino, y por eso, desde el primer momento se procuró un "chivo expiatorio", para encubrir al culpable. El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas chances de escapar al terrible veredicto: ¡¡ la horca !! El Juez, tambien complotado, cuidó no obstante de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado: "Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de El tu destino: vamos a escribir en dos papeles separados las palabras "culpable" e "inocente". Tu escogerás y será la mano del Dios la que decida tu destino ". Por supuesto, el mal funcionario habia preparado dos papeles con la misma leyenda: "CULPABLE" y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria. El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados , y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engulló rápidamente. Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente... " Pero ¿qué hizo...? !! Y ¿ahora...? ¿Cómo vamos a saber el veredicto...?! " "Es muy sencillo¨ , respondió el hombre...." Es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me tragué..." Con rezongos y bronca mal disimulada,..debieron liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo..

Moraleja: Por más difícil que se nos presente una situación,
nunca dejes de buscar la salida ni de luchar hasta el último momento.

!! SE CREATIVO...!! CUANDO TODO PAREZCA PERDIDO,
USA LA IMAGINACION..!!

EL CUENTO DE LOS MINEROS

John Pitre

Hay una historia que dicen es verídica. Aparentemente sucedió en algún lugar de África.

Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo extrayendo minerales desde las entrañas de la tierra. De repente un derrumbe los dejo aislados del afuera sellando la salida del túnel. En silencio cada uno miró a los demás. De un vistazo calcularon su situación. Con su experiencia, se dieron cuenta rápidamente de que el problema sería el oxigeno. Si hacían todo bien les quedaban unas tres horas de aire, cuando mucho tres horas y media. Mucha gente de afuera sabría que ellos estaban allí atrapados, pero un derrumbe como este significaría horadar otra vez la mina para llegar a buscarlos. ¿Podrían hacerlo antes de que se terminara el aire? Los expertos mineros decidieron que debían ahorrar todo el oxigeno que pudieran. Acordaron hacer el menor desgaste físico posible, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron todos en el suelo. Enmudecidos por la situación e inmóviles en la oscuridad era difícil calcular el paso del tiempo. Incidentalmente solo uno de ellos tenía reloj. Hacia él iban todas las preguntas: ¿cuanto tiempo pasó? ¿Cuánto falta? ¿Y ahora?. El tiempo se estiraba, cada par de minutos parecía una hora y la desesperación ante cada respuesta agravaba aun más la tensión. El jefe de los mineros se dio cuenta de que si seguían así la ansiedad los haría respirar más rápidamente y esto los podía matar. Así que ordenó al que tenia el reloj que solamente él controlara el paso del tiempo. Nadie haría mas preguntas, él avisaría a todos cada media hora. Cumpliendo la orden, el del reloj controlaba su maquina. Y cuando la primera media hora pasó. Él dijo:“ha pasado media hora”. Hubo un murmullo entre ellos y una angustia que se sentía en el aire. El hombre del reloj se dio cuenta de que a medida que pasaba el tiempo, iba a ser cada vez más terrible comunicarles que el minuto final se acercaba. Sin consultar a nadie decidió que ellos no merecían morirse sufriendo. Así que la próxima vez que le informo la media hora, habían pasado en realidad 45 minutos. No había manera de notar la diferencia así que nadie siquiera desconfió. Apoyado en el éxito del engaño la tercera información la dio casi una hora después. “paso otra media hora”… y los cinco creyeron que habían pasado encerrados, en total, una hora y media y todos pensaron en cuan largos se le hacia el tiempo. Así siguió el del reloj, a cada hora completa les informaba que había pasado media hora. …La cuadrilla apuraba la tarea de rescate, sabían en que cámara estaban atrapados, y que sería difícil poder llegar antes de cuatro horas. Llegaron a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a los seis mineros muertos. Encontraron vivos a cinco de ellos. Solamente uno había muerto de asfixia… el que tenía el reloj. Esta es la fuerza que tienen las creencias en nuestras vidas. Esto es lo que nuestros condicionamientos pueden llegar a hacer de nosotros. Cuando creemos y confiamos en que se puede seguir adelante, nuestras posibilidades se multiplican.

Jorge Bucay -El camino de las lágrimas.

lunes, 9 de noviembre de 2009

EL MINI-GOLF

Jim Warren

Un padre llevó a sus pequeños a jugar al minigolf. En la taquilla, preguntó el precio.
- Son cinco monedas para los adultos y tres para los niños mayores de seis años. Para los menores de seis, la entrada es gratuita.
- Uno de ellos tiene tres, el otro siete. Pago la del mayor.
- Bobo -dijo el taquillero-. Podría haberse ahorrado tres monedas si hubiera dicho que el mayor tenía menos de seis. Yo no habría notado la diferencia.
- Puede, pero ellos sí la habrían notado. Y mi ejemplo quedaría grabado para siempre.

Jorge Bucay

EL PLANTADOR DE DÁTILES

James Colleman

En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo Elihau de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras. Su vecino Hakim, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a Elihau transpirando, mientras parecía cavar en la arena.
- ¿Qué tal anciano? La paz sea contigo.
- Contigo –contestó Elihau sin dejar su tarea.
- ¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
- Siembro –contestó el viejo.
- ¿Qué siembras aquí, Elihau?
- Dátiles –respondió Elihau mientras señalaba a su alrededor el palmar.
- ¡Dátiles! –repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez comprensivamente-. El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
- No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
- Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?
- No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé... lo he olvidado... pero eso ¿qué importa?
- Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años de crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
-Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar estos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.
-Me has dado una gran lección, Elihau, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste –y diciendo esto, Hakim le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto, y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
-Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague también esta lección con otra bolsa de monedas.
- Y a veces pasa esto –siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseché no sólo una, sino dos veces.
-Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

LO QUE UNO POSEE

Guillermo Pérez Villalta

Una persona perversa resuelve hacer un presente a una persona pobre por su aniversario e irónicamente manda preparar una bandeja llena de basura y desperdicios.
En presencia de todos, manda entregar el presente, que es recibido con alegría por el agasajado.
Gentilmente, el agasajado agradece y pide que lo espere un instante, ya que le gustaría poder retribuir la gentileza.
Tira la basura, lava la bandeja, la cubre de flores, y la devuelve con un papel, donde dice:"Cada uno da lo que posee."
Así que, no se entristezca con la actitud de algunas personas; no pierda su serenidad.La rabia hace mal a la salud, el rencor daña el hígado y la cólera envenena el corazón.
Domine sus reacciones emotivas.Sea dueño de si mismo.No arroje leña en el fuego de su aborrecimiento.
No pierda su calma.Piense antes de hablar y no ceda a su impulsividad.
"Guardar resentimientos es como tomar veneno".

VERDADES PARA RECORDAR SIEMPRE

Simon Bull
Y una que no se debe olvidar....
Tu presencia es un regalo para el mundo.
No hay otro ser como tú.
Tu vida será lo que tu quieras.
Al dedicarte, alegre, al quehacer diario, piensa en tus muchos dones, no en tus penas.
Recuerda que eres fuerte y que vencerás.
Encontrarás respuestas a todas tus preguntas,Sabiduría y valor dentro de ti.
No te limites a sabiendas pues tantos sueños esperan ser cumplidos.
No dejes que el azar decida por ti.
Mira siempre hacia la cumbre,tu meta y tu recompensa...
Inquietarse es perder el tiempo.
Cuanto más se piensa en un problema más arduo se torna.
Vive tranquilo, sin remordimientos.
Acuérdate que el amor repara todo.
Acuérdate que algunas cosas son eternas y que la amistad te da consuelo.
Tu riqueza esta en los que te rodean.
Comprende que nunca es demasiado tarde.
Convierte la rutina en hazañas.
Conserva tu felicidad y esperanza;detente para contemplar el cielo.
Y no te olvides nunca...ni siquiera un día...que eres un ser único...!

lunes, 2 de noviembre de 2009

AHORRANDO VIDA

Maximillian Pfalzgraf

Nos acostumbramos a vivir en departamentos y a no tener otra vista que no sea las ventanas de alrededor; y porque no se tiene vista, luego nos acostumbramos a no mirar para afuera;Y porque no miramos para afuera, luego nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas; Y porque no abrimosdel todo las cortinas, luego nos acostumbramos a encender más temprano la luz.Y a medida que nos acostumbramos, olvidamos el sol, olvidamos el aire, olvidamos la amplitud... Nos acostumbramos a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde; A tomarnos el café corriendo porque estamos atrasados; acostumbramos a no mirar para afuera; A leer el diario en el autobús porque no podemos perder tiempo; A comer un sándwich porque no da tiempo para almorzar; A salir del trabajo ya de noche; A dormir en el autobúsporque estamos cansados; A cenar rápido y dormir pesados sin haber vivido el día.
Nos acostumbramos a pensar que las personas cercanas a nosotros estarán siempre ahí y a creer que están bien, sin preocuparnos por averiguarlo; a esperar el día entero y finalmente oír en el teléfono: "Es que hoy no puedo ir...”
- A ver cuándo nos vemos... - La semana que viene nos reunimos..."A sonreír a las personas sin recibir una sonrisa de vuelta. A ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos. Si el cine está lleno nos acostumbramos y nos conformamos con sentarnos en la primera fila aunque tengamos que torcer un poco el cuello. Si el trabajo está complicado, nos consolamos pensando en el fin de semana; Y si el fin de semana no hay mucho que hacer,o andamos cortos de dinero, nos vamos a dormir temprano y listo,porque siempre tenemos sueño atrasado.Nos acostumbramos a ahorrar vida... Que, de a poco, igual se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados
¡ NOS PERDIMOS DE VIVIR !...
Existe un dicho: "La muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja". El tiempo no se puede atrapar, mucho menos almacenar; nuestra existencia transcurre a gran velocidad, pero mientras tengamos vida, tenemos la oportunidad de cambiar nuestros hábitos, de tener una mejor calidad de existencia,de aprovechar y disfrutar cada respiro, cada latido de nuestro corazón.No trasformemos nuestra vida en una rutina inútil que nos haga infelices.La vida no hay que ahorrarla... Hay que vivirla
¡ P L E N A M E N T E... !

POSESIVIDAD

Mayte
Caminaba distraidamente por la calle cuando la vio. Era una enorme y hermosa montaña de oro. El sol le daba de lleno y al rozar su superficie reflejaba tornasoles multicolores, que la hacían parecer un personaje galáctico salido de una película de Spielberg. Se quedó un rato mirándola como hipnotizado.
-¿Tendrá dueño? –pensó. Miró para todos lados, pero nadie estaba a la vista. Al fin, se acercó y la tocó. Estaba tibia. Pasando los dedos por su superficie, le pareció que su suavidad era la correspondencia táctil perfecta de su luminosidad y de su belleza.
- La quiero para mí –pensó. Muy suavemente la levantó y comenzó a caminar con ella en brazos, hacia las afueras de la ciudad. Fascinado, entró lentamente en el bosque y se dirigió al claro. Allí, bajo el sol de la tarde, la colocó con cuidado en el pasto y se sentó a contemplarla.
- Es la primera vez que tengo algo valioso que es mío. ¡Sólo mío! –pensaron los dos simultáneamente.

domingo, 6 de septiembre de 2009

LA PRINCESA MUNA

Rob Gonsalves

La princesa Muna nació en primavera. Su padre no la vio entonces porque estaba en la guerra. Por eso su madre, la reina Kali, la miró y observó por los dos durante horas y horas. La imaginó reina del reino reservado a los hombres. Ya no tendría más hijos y sería Muna la que redimiría los deseos de su madre de gobernar de manera justa y bella, como nadie lo habría hecho antes ni después, sin guerras de hombres y con l fuerza que sólo tenían las mujeres.
Su amor haría de su hija invencible. La pequeña no tendría que perder lo que ella, la reina consorte, había tenido que enterrar. Por supuesto tendría que enseñarle a ser perfecta, señora de los placeres y las virtudes, para que nadie osara derrumbarla. La reina vio y además lo previó regiamente. Lo planeó todo hasta comprobar en su mente con exactitud cómo su propia historia sería diferente. Entendió porqué el Señor del universo le entregaba aquella mágica oportunidad mediante un pequeño ser maravilloso. Desde el primer instante en que la cabecita de Muna asomó al mundo la Reina decidió ofrendarse a ella para hacer real una gran obra, un gran destino, aquel mismo que le había sido arrebatado. La princesa sería más fuerte y más bella que incluso ella misma, su madre. Estos y otros eran sus maternales deseos para evitarle los sufrimientos y el gran dolor que había tenido que padecer y callar.
Y así fue.
Desde muy temprana edad la pequeña princesa jugaba con los más extraordinarios artistas, que fueron oportunamente convocados a la corte. La Reina sonreía de satisfacción cuando la infanta asombraba a todos con sus conocimientos sobre pintura, arquitectura y las más excelsas artes del espíritu ya desde muy pequeña. En el reino fue prohibida toda música malsonante y vulgar para que los menudos oídos solo se regalaran con bellos acordes. Así mismo la pequeña debía pasar cada día cierto tiempo en la cocina para templar su carácter en los quehaceres más insignificantes. La niña fue aleccionada especialmente por su madre en el goze de la lectura y la filosofía, en los deberes, en la perfección y el temple de su espíritu.
Los magos de la corte se resistían a aceptar aquella disciplina, pero con fe observaban taciturnos los ojos vivaces y contemplativos de la niña. La Reina le replicaba que si un niño debía ser entrenado en el duro arte de la guerra, no menos debía esperarse de una hembra. Los magos callaban porque la reina no les escuchaba. Les hubiera gustado que la niña jugara más, cantara canciones menos estudiadas y que sobre todo no se viera obligada a repetir la vida de los niños soldados.
El Rey permanecía la mayor parte del tiempo ausente en tierras distantes y en guerras remotas. Cuando se encontraba en la corte permanecía distraido y ausente. Evitaba contrariar a la Reina porque también él temía sus exabruptos y su ira. El Rey callaba porque la Reina era furiosa como sus enemigos y en la corte no quería recordarlos.
La princesa fue convirtiéndose en una mente brillante muy admirada por todos. A veces, sin darse cuenta, se interesaba por la caza y los juegos de caballería. Le hubiera gustado jugar a aquellos juegos ya que no conocía ninguno. Quien sí lo apreció fue la Reina, que temió que la princesa se volcara al mundo de los caballeros reconociendo la primacía de que hacían gala. La Reina sintió que debía, lo antes posible, proteger a la princesa de aquel mundo que reservaba las aventuras y los reinos para los caballeros y abandonaba el resto a princesas casamenteras. Su hija algún día gobernaría y sería la primera Reina por derecho propio de un reino bello y justo, tal como ella hubiera deseado por sí misma.
La guerra una vez más estalló. Los caballeros partieron con sus lanzas y estandartes, sus juegos, sus cazas y con ellos partió también el Rey.
La princesa se quedó muy triste viéndoles marchar entre risas y canciones. Lloró una vez más sin que nadie lo supiera, solía hacerlo a menudo. Su fortaleza aumentaba de no ser como el escudo de los caballeros. Sus lágrimas lamentaban no ser perlas. En realidad, ella lamentaba no cumplir los deseos de su madre siendo la mejor con la fuerza más bravía y las lágrimas más delicadas, tal como había leído en los libros en que los poetas retrataban las cortes celestiales. La Reina Kari la reprendía casi constantemente por cada pequeño error que cometía, pues veía como su hija se alejaba del camino de perfección que le había sido predestinado. Pero la princesa no sabía que eran faltas sin más, creía fervientemente en el amor de su madre y en su imperfección, que pervivía pese a los denostados esfuerzos de la Reina por hacerla perfecta. Pasó el tiempo y poco a poco la princesa se volvió callada y misteriosa.
Ante el nuevo silencio de su hija, la reina Kali temía que añorara los trofeos y a su padre. En realidad muchas veces parecía tan distraida y ausente como el Rey. Aquello la exasperaba: ambos se parecían tanto.... Si todos sus esfuerzos hubieran sido vanos, nada tendría sentido. Así poco a poco fue descubriendo convencida que su hija no la quería. La torturaban los pensamientos más sombríos. Si bien la misma princesa y las brujas del reino, a las que consultaba constantemente para los asuntos más delicados y los más vulgares, le aseveraban lo contrario. Era inobjetable, la reina Kali lo comprobaba a diario con sus propios sentidos y se convencía más y más de ello en el ensimismamiento y distanciamiento de la princesa, quien ya no osaba confesarle sus sentimientos y pensamientos, ni tan siquiera se atrevía a decirle que no la quería. La princesa se sumió en el silencio. La Reina se exasperó ante su nueva enemiga.
El Rey no volvió. La princesa no le perdonó que la abandonara allí. La Reina lo añoró cada segundo a gritos y enloqueció. Tanto esfuerzo y tantos años de dedicación absoluta a la superación y a la preparación de la princesa solo la había privado de dedicarle amor a su amado esposo. Vio en la princesa a su mayor enemigo una vez más. El castillo se vistió de sombras y luto. El invierno invadió aquellas tierras para ocuparlo bárbaramente. La reina Kali, que tenía grandes poderes, llamaba a las criaturas de las sombras para que doblegaran a su enemiga. La princesa se encerró en su cuarto con libros y acertijos que le descifraran el porqué.
Mientras el corazón de la Reina ardía en cien fuegos y tormentas, la princesa, absorta en su alquimias, no se dio cuenta de cómo una noche sin luna la Reina de las Nieves la visitaba y helaba su corazón. La corte se ennegreció. La princesa solo sentía un incontenible afán por encontrar el País de la Primavera y un día se marchó en su búsqueda.
Cuando divisó por primera vez la Primavera no dio crédito, pues sentía frió. A la segunda vez sonrió con las verdes hierbecitas, sintió un tenue calorcillo y después frío, una vez más. A la tercera, se acarició en un jardín de rosas y se perfumó de jazmines. Pero sintió frío. No lo entendía y se preocupó. Recurrió a alquimistas de los más lejanos reinos. Bebió mejunges, brevajes y pócimas. Pero el mismo frío volvía a abrazarla cuando lo esperaba. Aquello era incontrolable.
Conoció el amor y la dicha junto a príncipes. También el dolor y la infelicidad junto a magos oscuros que le hablaban del País de la Primavera.
En uno de esos viajes se encontró el libro mágico de las mil y una razones. Lo estudiaba con ahinco para descubrir las coordenadas de aquel país deseado, el País de la eterna Primavera. Muchos acertijos y muchos reinos fueron. No existe en la tierra páginas suficientes para narrar las aventuras de la princesa que buscaba el País de la Primavera. Ella las mantenía en secreto excepto cuando necesitaba llamar la atención de los habitantes del País de los Sedentarios y de los Deseosos, lo que ocurría solamente cuando necesitaba llenar sus alforjas y dar de comer a su caballo, pues por algunas buenas historias obtenía lo que necesitaba. La princesa ya se había convertido en una mujer poderosa y fuerte mientras seguía buscando el País de la Primavera en silencio, callada y misteriosa, sintiéndose a cada segundo más débil.

Aunque parezca mentira, un día ya estaba muy, pero que muy cerca. Lo supo por las noticias que le referían los mercaderes. Viajó en grandes embarcaciones, en criaturas aladas y en caravanas. Muy poco antes de llegar, un hada la visitó y le confió que su padre la reclamaba. La princesa abandonó su camino para encontrarle, pues presentía que él en alguno de sus viajes guerreros había visto el País de la Primavera. Además ansiaba verlo y abrazarlo.
Llegó a un castillo cubierto de enredaderas. El Rey tenía la enfermedad del sol de las tierras lejanas de las guerras y no podía soportar la luz. Vivía rodeado de humead y oscuridad y estaba enfermo de dolor y de melancolía. Él también añoraba a la reina Kali. novio a su hija por más que lo deseaba y lo anhelaba. Vislumbró una sombra a la que preguntaba por su reina. Se lamentaba del pasado pidiendo perdón, en alguna ocasión, por no haber cuidado de la pequeña princesita. La nueva reina consorte de este reino decidió que la presencia de la princesa Muna era una mala influencia. La princesa tuvo que escapar en lo más profundo de la noche cuando no se podía ver su sombra para seguir con vida. Nunca volvieron a saber de ella.
La princesa estaba cansada de tantos viajes ingratos y seguía sintiendo frío. Entonces fue cunado decidió construir su propio castillo. Gracias a sus conocimientos `podría conseguir que los rayos del sol iluminaran su fortificación constantemente. Tendría un jardín siempre en primavera que compartiría con todos. La búsqueda infructuosa del País de la Primavera la había agotado a tal punto que ya no creía en él. Por lo tanto, construiría un jardín primaveral.
El primer año lo consiguió. Casi. Entre todos los que allí estaban había una reina desdichada que maldijo sus flores y el jardín marchito. El segundo año se prometió a sí misma trabajar con más ahinco, su jardín sería tan fuerte que nada lo destruiría. Lo consiguió. Casi. Si no fuera porque tenía un cierto extraño don para atraer a su corte a reinas desdichadas. Y así fue año tras año, frío, tras frío, derrota tras derrota. El castillo iba creciendo para acercarse al sol y poblar sus almenas de las flores más bellas, la primavera más duradera.
Ese año se desató una gran tormenta, las más grande nunca vista. Un rayo destruyó el castillo, que se encontraba, tan cerca del cielo y del sol. La princesa cayó desde lo más alto, donde casi siempre estaba cuidando amorosamente de sus flores y hierbas. Sus heridas tardaron muchos días y muchas noches en cicatrizar. Sus lamentos viajaban con el viento hacia tierras y mares remotos en el tiempo. Se dice que las ballenas aún recuerdan aquellos tristes sonidos y los repiten en las noches árticas. Perdido, todo estaba perdido. Todos sus esfuerzos, todas sus búsquedas, todos sus hallazgos, todos sus libros, todos sus ruegos. El País de la Primavera no existía; el jardín que tantos años de esfuerzos casi había levantado de la nada estaba destruido. La princesa se arrastraba por la tierra llena de heridas y desdicha como un gusano. De sus ojos caían lágrimas de sangre; de sus heridas, gotas de sal. Ya nunca más tendría la Primavera y era el ser más desgraciado. El luto cubrió su alma y cavó con sus manos su propia tumba en la tierra junto a los gusanos.
Un gran Mago pasó por allí. No extrañe a nadie dicha coincidencia, pues la vida de los humanos está llena de ellas y aún más la de las princesas de los cuentos. Se compadeció de ella, pues conocía su triste historia. Él también estaba de viaje, regresaba a su casa a reunirse con su familia después de una larga travesía en la que había ido a visitar a su madre, que le había confiado sus poderes para entregárselos a su nieta. Él sabía de la búsqueda de la princesa del País de la Primavera, de la visita de la Reina de las Nieves, que ella misma ignoraba, y del conjuro, el único conjuro, que la salvaría. Pero también sabía que antes la princesa no lo habría aceptado ni soportado. Era un conjuro grande y poderoso que exigía La Gran Humildad, y no todos los seres, por más que lucharan por ello, estaban preparados para tomarlo. El Mago cogió del cielo delicadamente cada una de las estrellas que caían y que la Princesa no había visto. Con ellas dibujó la imagen de la reina Kali. La princesa estaba aterrorizada, pero ya no le quedaban fuerzas para resistirse a nada. Tan grande había sido su pérdida porque ella lo había perdido todo y ya no le quedaba resistencia para luchar. El Mago hizo que la figura de la Reina abriera su boca y como un dragón lanzara cien fuegos. Tal como le ordenaba, entre le pánico y la salvación, la princesa se arrodilló y abrazó al dragón, al fuego y a su madre. Para su asombro no murió ni se quemó. Después el Mago la dejó marchar y se despidió. En el suelo brotó un gran lago de hielo derretido (del corazón de la princesa, que siempre sentía frío). Las nubes se desperezaron al sol. El Mago siguió su camino, así como llegó se fue.
La princesa se quedó atónita y feliz contemplando cómo el Cielo y la Tierra se acariciaban amorosamente. Ahora sólo tenía que esperar a que llegara la estación de la primavera que venía después del invierno, cada año.

Los Cuentos del Destino -Jimena Fernández Pinto-.

EL TEMIDO ENEMIGO

Mati Klarwein

Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al que le gustaba mucho sentirse poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo con tenerlo.Él necesitaba, además, que todos lo admiraran por ser poderoso. Así como la madrastra de Blancanieves no tenía bastante con verse bella, también él necesitaba mirarse en un espejo que le dijera lo poderoso que era. Él no tenía espejos mágicos, pero contaba con un montón de cortesanos y sirvientes a su alrededor a quienes preguntar si él era el más poderoso.
Invariablemente, todos le decían lo mismo:
-Alteza, eres muy poderos, pero tú sabes que el mago tiene un poder que nadie posee. Él conoce el futuro.
En aquella época, alquimistas, filósofos, pensadores, religiosos y místicos eran genéricamente "magos".
El rey estaba muy celoso del mago del reino, pues éste no sólo tenía fama de ser un hombre muy bueno y generoso, sino que además el pueblo lo amaba, lo admiraba y festejaba que existiera y que viviera allí.
No decían lo mismo del rey.
Quizá porque necesitaba demostrar que era él quien mandaba, el rey no era justo ni ecuánimo, y mucho menos bondadoso.
Un día, cansado de que la gente le contara lo poderoso y querido que era el mago, o motivado por esa mezcla de celos y temores que genera la envidia, el rey urdió un plan: organizaría una gran fiesta a la que invitaría al mago. Después de la cena, pediría la atención de todos. Llamaría al mago al centro del salón y, delante de los cortesanos, le preguntaría si era cierto que sabía leer el futuro. El invitado tendría dos posibilidades: decir que no, defraudando así la admiración de los demás, o decir que sí, confirmando el motivo de su fama. Entonces le pediría que dijera en qué fecha iba a morir el mago del reino. Éste daría una respuesta, un día cualquiera, no importaba cuál. El rey tenía planeado sacar su espada y matarlo en ese mismo momento. Así conseguiría dos cosas de un golpe: la primera, deshacerse de su enemigo para siempre; la segunda, demostrar que el mago no había podido adelantarse al futuro ya que se habría equivocado en su predicción. En una sola noche se acabarían el mago y el mito de sus poderes...
Los preparativos se iniciaron en seguida y muy pronto llegó el día del festejo.
Después de una gran cena, el rey hizo pasar al mago al centro y se dirigió a él:
-¿Es cierto que puedes leer el futuro?
-Un poco- dijo el mago.
-¿Y puedes leer tu propio futuro?- preguntó el rey.
-Un poco- dijo el mago.
-Entonces quiero que me des una prueba- continuó el rey-. ¿Qué día morirás? ¿Cuál es la fecha de tu muerte?
El mago sonrió, lo miró a los ojos y no contestó.
-¿Qué pasa, mago?- dijo el rey, sonriente-. ¿No lo sabes? ¿no es cierto que puedes ver el futuro?
-No es eso- contestó el mago-. Pero lo que sé, no me atrevo a dec´rtelo.
-¿Cómo que no te atreves?- dijo el rey-... Yo soy tu soberano y te ordeno que me lo digas. Debes darte cuenta de que es muy importante para el reino saber cuándo perderemos a sus personajes más eminentes. Contéstame, pues. ¿Cuándo morirá el mago del reino?
Después de un tenso silencio, el mago lo miró y dijo:
-No puedo precisarte la fecha, pero sé que el mago morirá exactamente un día antes que el rey.
Durante unos instantes, el tiempo se congeló. Un murmullo corrió entre los invitados.
El rey siempre había dicho que no creía en los magos ni adivinaciones, pero lo cierto es que no se atrevió a matar al mago.
Lentamente, el soberano bajó los brazos y se quedó en silencio.
Los pensamientos se agolpaban en su cabeza.
Se dio cuenta de que se había equivocado.
Su odio había sido el peor consejero.
-Alteza, te has puesto pálido. ¿Qué te sucede?- preguntó el invitado.
-Me encuentro mal- contestó el monarca-. Voy a ir a mi habitación. Te agradezco que hayas venido...
Y con un gesto confuso, giró en silencio encaminándose a sus habitaciones.
Pensó que el mago era astuto. Había dado la única respuesta que podía evitar su muerte.
¿Habría adivinado su muerte?
La predicción no podía ser cierta. Pero, ¿y si lo fuera?. Estaba aturdido...
El rey volvió sobre sus pasos y dijo en voz alta:
-Mago, eres famoso en el reino por tu sabiduría. Te ruego que pases esta noche en palacio, pues debo consultarte por la mañana sobre algunas decisiones reales.
-!Majestad! Será un gran honor...-dijo el invitado con una reverencia.
El rey dio órdenes a sus guardias personales para que acompañaran al mago hasta las habitaciones de huéspedes en el palacio y custodiasen su puerta asegurándose de que no le pasara nada.
Esa noche, el soberano no pudo conciliar el sueño. Estuvo muy inquieto pensando qué pasaría si al mago le hubiera sentado mal la comida, o si se hubiera hecho daño accidentalemente durante la noche, o si simplemente le hubiera llegado su hora.
Muy temprano por la mañana, el rey golpeó la puerta de las habitaciones de su invitado.
Nunca en su vida se le había ocurrido consultar a nadie antes de tomar sus decisiones, pero esta vez, en cuanto el mago le, recibió, hizo la pregunta...Necesitaba una expcusa.
Y el mago, que era un sabio, le dio una respuesta correcta, creativa y justa.
El rey, casi sin escuchar la respuesta, alabó a su huesped por su inteligencia y le pidió que se quedara un día más, supuestamente para "consultarle" otro asunto...(Obviamente, el rey sólo quería asegurarse de que no le pasara nada).
El mago, que gozaba de la libertad que sólo conquistan los iluminados, aceptó.
Desde entonces, todos los días por la mañana o por la tarde, el rey iba hasta las habitaciones del mago para consultarle y lo comprometía para una nueva consulta al día siguiente.
No pasó mucho tiempo hasta que el rey se dio cuenta de que los consejos de su nuevo asesor eran siempre acertados y terminó, casi sin notarlo, teniéndolos en cuenta en cada una de sus decisiones.
Pasaron los meses, y luego los años.
Y, como siempre, estar cerca del que sabe hace más sabio al que no sabe.
Así fue. Poco a poco, el rey se fue volviendo más y más justo.
Ya no era despótico ni autoritario. Dejó de necesitar sentirse poderosos, y seguramente por ello dejó de necesitar demostrar su poder.
Empezó a aprender que la humildad también podía tener sus ventajas.
Empezó a reinar de una manera más sabia y bondadosa.
Y sucedió que su pueblo empezó a amarlo como nunca antes lo había hecho.
El rey ya no iba a ver al mago para preguntar por su salud, sino simplemente para aprender, para compartir una decisión o simplemente para charlar.
El rey y el mago llegaron a convertirse en excelentes amigos.
Hasta que un día, más de cuatro años después de aquella cena, sin que hubiera ningún motivo, el rey recordó.
Recordó que aquel hombre al que ahora consideraba su mejor amigo había sido su odiado enemigo.
Recordó el plan que había urdido para matarlo.
Y se dio cuenta de que no podía seguir mateniendo aquel secreto sin sentirse un hipócrita.
El rey hizo acopio de coraje y fue hasta la habitación del mago. Golpeó la puerta y, cuando entró, le dijo:
-Hermano mío, tengo algo que contarte que me oprime el pecho.
-Dime -dijo el mago- y alivia tu corazón.
-La noche que te invité a cenar y te pregunté sobre tu muerte, yo no quería saber nada sobre tu futuro, en reealidad. Planeaba matarte fuese cual fuese tu respuesta. Queria que tu muerte inesperada desmitificara tu fama de adivino. Te odiaba porque todos te amaban... Estoy tan avergonzado...
El rey suspiró profundamente y siguió:
-Aquella noche no me atreví a matarte, y ahora que somos amigos, y más que amigos, hermanos, me aterra pensar todo lo que habría perdido si lo hubiera hecho. Hoy siento que no puedo seguir ocultándote mi infamia. Necesitaba decirte todo esto para que me perdones o me desprecies, pero sin engaños.
El mago lo miró y le dijo:
-Has tardado mucho tiempo en poder decírmelo. Pero, de todos modos, me alegra que lo hayas hecho, porque esto es lo único que me permitirá decirte que ya lo sabía. Cuando me hiciste aquella pregunta y acariciaste con la mano el puño de tu espada, fue tan clara tu intención que no hacía falta ser adivino para darse cuenta de lo que pensabas hacer.
El mago sonrió y puso su mano sobre el hombro del rey.
-Como justa devolución a tu sinceridad, debo decirte que yo también te mentí. Te confieso que inventé esa absurda historia de mi muerte antes que la tuya para darte una lección. Una lección que hasta hoy no has podido aprender. Quizá sea lo más importante que te he enseñado.
"Vamos por el mundo odiando y rechazando aspectos de los otros y hasta de nosotros mismos que creemos despreciables, amenazantes o inútiles...Sin embargo, si nos damos tiempo, terminamos dándonos cuenta de lo mucho que nos costaría vivir sin aquellas cosas que en otro momento rechazamos.
"Tu muerte, mi querido amigo, llegará justo el día de tu muerte, y ni un minuto antes. Es importante que sepas que yo estoy viejo, y que mi día seguramente se acerca. No hay ninguna razón para pensar que tu partida deba estar atada a la mía. Son nuestras vidas las que se han ligado, no nuestras muertes.
El rey y el mago se abrazaron y festejaron brindando por la confianza que cada uno sentía en aquella relación que habían sabido construir juntos.
Cuenta la leyenda
que, misteriosamente,
aquella misma noche
el mago...
murió mientras dormía.
El rey se enteró de la mala noticia al día siguiente, y se sintió desolado. No estaba angustiado por la idea de su propia muerte. No estabaangustiado por la idea de su propia muerte. Había aprendido del mago a despegarse incluso de su permanencia en este mundo.
Estaba triste por la muerte de su amigo. ¿Qué extraña coincidencia había hecho que el rey le pudiera contar aquello al mago justo la noche anterior a su muerte?
Tal vez, de alguna manera desconocida, el mago había hecho que él pudiera decirle aquello para poder liberarlo de su miedo a morir al día siguiente.
Fue un último acto de amor para librarlo de sus temores de otros tiempos...
Cuentan que el rey se levantó y que cavó con sus propias manos una tumba para su amigo el mago en el jardin, bajo su ventana.
Enterró allí su cuerpo y el resto del día se quedó al lado del montículo de tierra, llorando como sólo se puede llorar ante la pérdida de los seres más queridos.
Y, recién entrada la noche, el rey volvió a su habitación
Cuenta la leyenda que esa misma noche, veinticuatro horas después de la muerte del mago, el rey murió en su lecho mientras dormía...
Quizá por casualidad...
Quizá por dolor...
Quizá para confirmar la última enseñanza de su maestro.

Cuentos Para Pensar -Jorge Bucay-.

¿CONTRA QUIÉN LUCHAMOS?

John Pitre

Se cuenta lo siguiente de un viejo anacoreta o ermitaño, es decir, una de esas personas que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a la oración y a la penitencia.
Se quejaba muchas veces que tenía demasiado quehacer. La gente preguntó cómo era eso de que en la soledad estuviera con tanto trabajo.
Les contestó:
"Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león".
No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives.
¿Dónde están todos estos animales?
Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron.
Porque estos animales los tienen todos los hombres, ustedes también.
Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo. Tengo que domarlos para que sólo se lanzan sobre una presa buena, son mis ojos.
Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir, son mis dos manos.
Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las cosas difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta, son mis dos pies.
Lo más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de 32 varillas.
Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño, es mi lengua.
El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día, es mi cuerpo.
Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso, es mi corazón.

LÖTE

Loly Criado Plaza

La casa de Löte era hermosa. Así lo creía ella y así los conocidos, amigos y familiares cuando se encontraban allí. Era una casa embriagadora por su calidez. A nadie preocupaba aquel cuarto que pasaba desapercibido y que nunca habían visto. Löte tampoco entraba en él. Un día había sido cerrado con un pequeño candado de fuerte metal. Con el tiempo, Löte había dejado de acercarse ni tan siquiera a la puerta, y a fuerza de ignorarlo se había olvidado de su existencia. Sin embargo empezó a tener pesadillas en las que el cuarto, por supuesto, era el protagonista. Se apoderó de ella un sentimiento extraño mezcla de culpa y de miedo. Y cuanto más cómoda se sentía con el resto de la casa, más presente se hacía aquel raro malestar. Al principio decidió hacer grands fistas esu ca cas cada día. La casa se llenaba d ruido. Luego, sin saber por qué y sin darse cuenta, dejó de invitar poco a poco personas a su casa. Ocasionalmente venía algún amigo o amiga muy íntimo. Al cabo de un cierto tiempo ni tan siquiera ellos.
Sucedió que aquel invierno fue particularmente duro. Hubo grandes nevadas y muchas casaa quedaron aisladas. La de Löte también. Ella se pasaba el ía entero en casa bordando, tocando el piano, leyendo y con aquel frío. A veces levantaba la vista y tenía la sensación de ver solamente aquel cuarto entre aquella nieve, aque cuarto que la atemorizaba tanto. Los días se volvieron iguales a las noches: blancos y fríos. No era esto lo que más la inquietaba, era la desazón de no saber por qué, por qué no podía acercarse a aquella habitación. No era una mujer cobarde. Pero su propia duda la sumía en la desesperación. Entonces de nada servía recordar las palabras del párroco, que la conminaba a tener fe.
En la casa empezaron a tenr lugar acontecimientos extraños, quizás sería el aislamiento que la conducía a imaginarse cosas. Lo que más le llamó la atención fue el ruido. Cuando más distraída se encontraba, sin previ aviso, escuchaba aquel ruido. Hasta que un día descubrió para su propia sorpresa que el ruido provenía del cuarto. Se dio cuenta de que siempre había vivido con aquella extraña sensación, aquel miedo la había acompañado todos los años de su vida, al menos hasta donde conseguía recordar. !Por eso nunca había abierto la puerta! Descubrirlo fue como un milagro. Sin emabrgo seguía sintiéndolo. Lo decidió: lo quemaría, quemaría el cuarto, aunque para ello tuviera que emplear los últimos leños que le quedaban. Ardería el resto de la casa y quizás hasta ella misma. No importaba, sí importaba. No importaba...
Y sucedió lo que, estás esperando.
Quizás fue su determinación...Lo que sucedió fue que Löte abrió la puerta. Fue tan dificil como intuía y al vez muy sencillo. El candado era pequeño, apenas hizo falta una cucharilla de café para romperlo. Löte se quedó petrificada al encontrar lo que hábía allí dentro, eso explicaba el ruido. Había un león. Pues si, un león. Pero más le sorprendió lo que sucedió a continuación: ponerse a cantar una nana y que el león se acercara ronroneando. A partir de entonces la puerta de aquel cuarto no volvió a ser cerrada y el elón deambulaba por la casa, se paseaba por donde Löte siempre pudiera verlo, por delante de ella, nunca por detrás.
A veces sentimos tanto miedo como Löte, el miedo del mismo tipo: aparentemente no tiene ninguna explicación y luego...Löte se v quedando cada vez más sola y siente que no tiene más remedio que abrir aquella puerta. ¿Tú también la habrías abierto? Pero si imaginamos que la abrir la puerta de una habitación de casa encontramos dentro un león....
Hay humanos que resultan ser grandes fieras y a veces no podemos huir corriendo como nos gustaría. En otras ocasiones somos nosotros mismos, con ese aspecto interior bestial que no atiende a razones y que nos desbordan. Pero, ¿qué otras posibilidades ofrece una situación de este tipo? La única manera de saberlo es imaginándolo en primera persona. No hay otra manera de saber qué hace nuestro león para llegar a rugir con tanta fuerza o qué podemos hacer nosotros para apaciguarlo.
Tener en casa un león requiere medirse con una energía muy honda, muy animal y primitiva. ¿Qué harías si en una habitación de tu casa hubiera un león? No vale salir corriendo. Eso implicaría abandonar tu hogar y te sentirías huérfano por mucho tiempo, irías de país en país buscando tu casa, que está en la dirección contraria. Bueno, también es posible que después de tanto vagar reunieras la fuerza y la experiencia suficiente para encontrarte con tu león, ¿verdad? La vida da muchas vueltas y su fuerza es mucho más sabia que nosotros. Pero aquí estamos en casa, en el hogar, dulce hogar, o en una cueva; sea lo que sea, es nuestra casa, hemos de tomar posesión de ella con todos sus habitantes y sus pertenencias. Vayamos donde vayamos, estará con nosotros, o mediante la aceptación o mediante el rechazo, pero ahí estará. Nuestra casa somos nosotros mismos. Nos habitamos.
Podemos no hacerle caso al león, convertirnos en personas razonables, que hacen lo que deben hacer en todo momento siguiendo los dictados de su cultura, que sopesan cada lado de cada cuestión y adoptan la postura más aceptable. Pero estas personas acaban por explotar incontrolablemente, se asustan de sí mismos o de su parte de león hambriento.
Podemos hacerle caso al león, convertirnos en personas apasionadas, que hacen siempre lo que les dictan sus impulsos, sin tener en cuenta más que lo que sienten. Estas personas explotan a menudo ante lo que consideran inaceptable.
El impulso existe para todos. A veces es necesario volcarse a él, otras no. ¿Cómo saberlo?

Los cuentos del destino -Jimena Fernández Pinto-.

jueves, 3 de septiembre de 2009

LA LECHERA

David Schluss

Iba la lechera con su cántaro. Tropezó, cayó el cántaro al suelo y se quebró. La lechera se echó a llorar desconsoladamente.
Le preguntó un hombre que pasaba, y que había leído la fábula de la lechera:
-¿Lloras porque con la leche ibas a comprar huevos, que te iban a dar pollos, que se iban a volver gallinas, que ibas a cambiar por una ternera,que se convertiría en vaca y te daría más terneras que venderías para comprar una casa y ya dueña de casa encontrarías marido?
-No -respondió la lechera-.
Lloro porque quebré mi cántaro y derramé la leche. Eso es lo que perdí, y eso es lo que lloro. Las lágrimas que se lloran por los sueños perdidos, son lágrimas perdidas,
y no quiero perder también mis lágrimas.

EL PESCADOR Y EL BANQUERO

Guillermo Pérez Villalta

Un banquero de inversión americano estaba en el muelle de un pueblecito mexicano cuando llegó un botecito con un solo pescador. Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El americano elogió al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó:
- ¿Cuánto tiempo le costó pescarlos?
El mexicano respondió:
- Muy poco tiempo
El americano le volvió a preguntar:
- ¿Por qué no permaneces más tiempo y sacas más pescado?
El mexicano dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia.
- Pero, ¿qué haces con el resto de tu tiempo? -añadió el americano.
- Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, me hecho la siesta, voy todas las noches al pueblo a tomar unos vinos y toco la guitarra con mis amigos -respondió el mexicano. El americano replicó:
- Soy un banquero de Harbad y podría ayudarte. Te explico...Verás: deberías gastar más tiempo en la pesca, con los ingresos comprar un bote más grande, con los ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes; eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador; eventualmente abrir tu propia procesadora. Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Deberías salir de este pueblo e irte a Ciudad de México; luego, a los Ángeles y, eventualmente, a Nueva York, donde manejarías tu empresa de expansión.
El pescador mexicano preguntó:
- Pero, ¿cuánto tiempo tarda todo eso?.
A lo cual respondió el americano:
- Entre 15 y 20 años.
- ¿Y luego qué?
El americano se rió y dijo que esa era la mejor parte: - Cuando llegue la hora deberías anunciar una Oferta Inicial de Acciones y vender las de tu empresa al público. Te volverás rico: ¡Tendrás millones!
- Millones...¿y luego qué?
El americano dijo:
- Luego te puedes retirar: te vas a un pueblecito en la costa donde puedas dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, echar una siesta, ir todas las noches al pueblo a tomar unos vinos y tocar la guitarra con tus amigos.
- Pero...qué cree que hago ahora".

Jorge bucay

ECO Y VIDA

Simon Bull

Van caminando en las
montañas un padre e hijo,
de repente, el hijo se cae, se lastima y grita:
"aaaaaahhhhhhhhh!!!!!"

Para su sorpresa oye una voz repitiendo en
algún lugar de la montaña:
"aaaaaahhhhhhhhh!!!!!"
Con curiosidad el niño grita:
"QUIÉN ESTÁ AHI??"
recibe una respuesta: QUIÉN ESTÁ AHI??".
Enojado con la respuesta, el niño grita:
"COBARDE"
y recibe de respuesta: "COBARDE"
El niño mira a su Padre y le pregunta:
"Qué sucede??"
El Padre, sonríe y le dice:
"hijo mío, presta atención"
Entonces el padre grita a la montaña:
"TE ADMIRO"
y la voz le responde: "TE ADMIRO"
de nuevo, el hombre grita:
"ERES UN CAMPEÓN"
y la voz le responde: "ERES UN CAMPEÓN",
de nuevo, el hombre grita:
“ESTAS LLENO DE EXITOS”
y la voz le responde: “ESTAS LLENO DE EXITOS”.
El niño estaba asombrado, pero no entendía.
Luego, el padre le explica, la gente lo llama Eco,
pero en realidad ES LA VIDA!!!...
Te devuelve todo lo que dices o haces...
Nuestra vida es simplemente
un reflejo de nuestras acciones,
si deseas más amor en el mundo,
crea más amor a tu alrededor,
si deseas felicidad,
da felicidad a los que te rodean,
si quieres una sonrisa en el alma,
da una sonrisa al alma de los que conoces
Esta relación se aplica a todos
los aspectos de la vida,
la vida te dará de regreso,
exactamente aquello que tú le has dado.
Tú vida, no es una coincidencia,
es un reflejo de tí.
Alguien dijo......

"SI NO TE GUSTA LO QUE
RECIBES DE VUELTA,
REVISA MUY BIEN LO
QUE ESTAS DANDO"
QUE
DIOS
LOS BENDIGA

jueves, 27 de agosto de 2009

¿ES USTED VALIENTE CON SUS FANTASMAS?

John Pitre
Alonso sentía que su corazón se aceleraba ante las ofensas. ¿Por qué le llamaban cobarde?...
Ansiaba romperles la nariz a todos ellos. En aquella taberna sevillana de mediados del siglo XIX, el vino caldeaba los ánimos de los jóvenes que discutían sobre cualquier tema hasta pasada la media noche. Pero el llamarle “cobarde”, era algo que lo sacaba de quicio. Decidió encararse con ellos.
--¡Demostradme que soy cobarde, o pedidme disculpas!
--Bueno, contestó uno de ellos, demuestra tú que eres valiente. Toma mi puñal con empuñadura de plata, ve al cementerio y clávalo en la tierra de la tumba de tu abuelo. Mañana todos comprobaremos tu hazaña.
Alonso salió con decisión y aunque la noche era tibia, la sintió fría. Se abrigó con la gruesa capa que su madre había cosido a mano para él. Sintió frío a pesar de ello. Entró en el camposanto y escuchó las doce campanadas de la media noche. Corriendo llegó a la tumba del abuelo.
Siempre le había temido. Aún estando vivo sentía casi horror en su presencia. Ahora muerto, sentía más que temor, pánico con la sola idea de verle de nuevo. Nerviosamente sacó el puñal. Con gesto rápido, mientras miraba hacia atrás, clavó hasta la empuñadura el arma en el suelo.
Tembloroso, sudando frío, se levantó y se abrigó fuertemente con la capa. Al empezar a caminar no pudo dar ni un paso. Sintió claramente como lo sujetaban con firmeza por la espalda. Horrorizado no se atrevió a mirar hacia atrás. Presentía que el abuelo estaba allí para castigar su osadía.
Cayó de rodillas, tembloroso, implorando clemencia. Su corazón se aceleró incontenible y sintió que se le nublaba la vista. Cuando los amigos llegaron por la mañana lo encontraron muerto, aferrado a la capa que lo cubría y cuyo extremo había quedado atravesado por el puñal clavado en tierra. ¡Esto era lo que lo había sujetado!

¿Es posible que algo así nos esté ocurriendo a nosotros? En lugar de mirar con valentía nuestros problemas, cerramos los ojos, desbocamos la mente e imaginamos fantasmas que nos detienen, y que en realidad pudieran ser cosas que debemos remover.

LO NEGATIVO: Rehuir el enfrentarnos a los problemas. Crear nuestros fantasmas y luego rendirnos a ellos, sin luchar.

LO POSITIVO: Mirar de frente las situaciones de la vida, caminar removiendo lo que nos detenga.

Emilio Santamaría

NO IMPORTA

Mayte

No importa que llueva...
Hay un sol en tu
corazón.
No importa el frío...
Siempre estará el
calor de los que te
quieren.
No importan los problemas
hoy...
Serán anécdotas
mañana.
No edifiques sobre tu
soledad...
Piensa en los amigos
que harás mañana.
Haz un regalo a alguien hoy...
¡ Sonríele !
No respondas ninguna agresión...
Tu agresor no necesita más de eso
Siéntete “especial”...
¡ LO ERES !
...ÚNICO E IRREMPLAZABLE

REFLEXIONES

Irina

Todos hemos pasado muchos días, o semanas enteras, sin recibir ningún gesto de cariño del prójimo. Son momentos difíciles, cuando el calor humano desaparece, y la vida se reduce a un arduo esfuerzo por sobrevivir. En esos momentos en que el fuego ajeno le da calor a nuestra alma, debemos revisar nuestro propio hogar. Debemos agregarle más leña y tratar de iluminar la sala oscura en la que nuestra vida se transformó. Cuando escuchemos que nuestro fuego crepita, que la madera cruje, que las brasas brillan o las historias que las llamas cuentan, la esperanza nos será devuelta. Si somos capaces de amar, también seremos capaces de ser amados. No es más que cuestión de tiempo...

RESOLVER CONFLICTOS

Loly Criado Plaza

Mantente fresco cuando otros estén furiosos y pierdan la cabeza. Tú tienes el control sobre tus emociones, no lo pierdas. No se trata de no demostrar tu molestia, sino de hacerlo mesuradamente, sin después arrepentirte de una acción cometida en un momento de descontrol.Recuerda que cada discusión tiene al menos tres puntos de vista: el tuyo, el del otro y los de terceros, los cuales probablemente están más cerca de la objetividad. Siendo más versátil y viendo las cosas desde la perspectiva de los demás enriquecerás tu propio punto de vista.Espera a calmarte antes de hablar. Ten en cuenta que la relación es más importante que la discusión. Dale más relevancia a las personas que a las opiniones.Trata a toda persona con la cual tengas contacto como si fuera un pariente rico, de quien esperas ser incluido en su testamento. Nunca te arrepientas de tratar muy bien a la gente. Es el mejor negocio en todos los sentidos.Busca el lado positivo y agradable, aun de las situaciones más complicadas y dolorosas. Es una disciplina que te ayudará a pasar más fácilmente los momentos difíciles, y a convertir los problemas en oportunidades.Establece el hábito de hacer preguntas y, sobre todo, de escuchar las respuestas. Pregunta antes de reaccionar. Algunas veces disparamos y después preguntamos. También preguntamos, pero escuchamos para contestar, y no para tratar de entender.No hagas o digas nada que pueda herir o hacerle daño a otra persona. Aférrate al proverbio que dice que todo lo que uno haga, se devolverá. La gente no recuerda tanto lo que tú dices o haces, sino la intención con la que lo haces.Sé consciente de la diferencia entre análisis amigable y crítica destructiva. Observa si el propósito de tus palabras es ayudar, desahogarte o hacer daño.Ten presente que si toleras a los demás, ellos también serán pacientes contigo en los aspectos no muy gratos de tu personalidad.El verdadero líder sabe reconocer sus errores y aceptar responsabilidad. No olvides que un conflicto bien manejado fortalece la relación, y te ayuda a aprender de las diferencias.El pensamiento positivo es una disciplina que, ejercitada con constancia, te dará el poder de cambiar tu entorno y por consiguiente, tu vida.

Estrategias de Napoleón Hill, divulgadas en su libro "La magia de pensar en grande"

EL AMOR Y EL TIEMPO

Alberto Pacorbo

Hubo un tiempo en el que en una isla muy pequeña, confundida con el paraíso, habitaban los sentimientos como habitamos hoy en la tierra. En esta isla vivían en armonía el Amor, la tristeza, y todos los otros sentimientos. Un día en uno de esos que la naturaleza parece estar de malas, el amor se despertó aterrorizado sintiendo que su isla estaba siendo inundada.
Pero se olvidó rápido del miedo y cuidó de que todos los sentimientos se salvaran. Todos corrieron y tomaron sus barcos y corrieron, y subieron a una montaña bien alta, donde podrían ver la isla siendo inundada pero sin que corriesen peligro.
Sólo el amor no se apresuró, el amor nunca se apresura. Él quería quedarse un poquito más en su isla, pero cuando se estaba casi ahogando el amor se acordó de que no debía morir. Entonces corrió en dirección a los barcos que partieron y gritó en busca de auxilio.
La Riqueza, oyendo su grito, trató luego de responder que no podría llevarlo ya que con el oro y con la plata que cargaba temía que su barco se hundiera.
Pasó entonces la Vanidad que también dijo que no podría ayudarlo, una vez que el amor se hubiese ensuciado ayudando a los otros, ella, la Vanidad, no soportaba la suciedad.
Por detrás de la Vanidad venía la Tristeza que se sentía tan profunda que no quería estar acompañada por nadie.
Paso también la Alegría, pero esta tan alegre estaba que no oyó la suplica del amor.
Sin esperanza el Amor se sentó sobre la última piedra que todavía se veía sobre la superficie del agua y comenzó a menguar.
Su llanto fue tan triste que llamó la atención de un anciano que pasaba con su barco. El viejito tomó al Amor en sus brazos y lo llevó hacia la montaña más alta, junto con los otros sentimientos.
Recuperándose, el amor le preguntó a la Sabiduría quién era el viejito que lo ayudo... a lo que ésta respondió..... "El Tiempo"..... el Amor cuestionó: ..."¿Por qué solo el Tiempo pudo traerme aquí?".... La Sabiduría entonces respondió:
"Por que sólo el Tiempo tiene la capacidad de ayudar al Amor a llegar a los lugares más difíciles"...

lunes, 10 de agosto de 2009

JUAN EL LABRIEGO

Rob Gonsalves

Juan era labriego, como ya sabes por el título. Lo había conseguido a fuerza de mucho trabajo y él sabía en su interior que era honesto y entregado en su tarea. Muchos le consideraban como uno de los mejores. !Años y años de observación y estudio! No por nada era el labriego con la biblioteca más extensa, sin lugar a dudas algo peculiar en un campesino, pero es que los cuentos son así.
Su huerto era frondoso. Aunque pequeño, parecía un exuberante jardín a la vez meticuloso y ordenado. Por su puesto contaba con algunos admiradores y muchos sutiles detractores. Juan se sentía orgulloso de los años de sacrificios y reconfortado por la recompensa. Daba las gracias diariamente por todo aquello, a la vez que pedía humildemente la divina protección.
Un año, no se sabe de dónde ni cómo, llegó un loco al pueblo. Lo cruzó corriendo en estampida, y al llegar al huerto de Juan, lo destruyó completamente y se fue tan rápido como había venido después de orinarse en cada centímetro de la tierra de nuestro amigo Juan. Las desgracias no llegan solas, suele decirse. Después llegó la extraña plaga que curiosamente no efectó a los demás campos, sólo al de Juan. Esto le sumió en la desesperación. Estaba ansioso, todo cuanto intentaba eran palos de ciego, ya no sabía qué hacer ni qué iniciativas tomar. Se limitaba a dar vueltas y vueltas. Dejó de contemplar el antes hermoso huerto, -ahora completamente devastado- . Juan se encerró en su casa deseando que todo aquello no fuera real sino un sueño pasajero, sin dejar de preguntarse por el por qué de todo. ¿Sería quizás porque últimamente se sentía distraido e interesado por otras cosas? !Pero él jamás había abandonado su huerto! Lentamente lo invadió la más profunda tristeza, como una marea de la que no podía librarse. Poco a poco perdió también sus tierras y su casa. No sabía qué hacer. Recordó todos y cada uno de los logros que había perdido a lo largo de su vida. Lloró amargamente. Y partió a lo más retirado del bosque. Su condición era tal que le llamaban ahora Juan, el Loco, quizás en recuerdo de aquel que había iniciado su tragedia.
Un gemido. ¿Un gemido? Juan escuchó aquel triste quejido y pensó que era otra vez el pequeño ciervo al que tantas veces había curado y cuidado. !Cuál fue su sorpresa al encontrar a un hidalgo joven por aquellos bosques! Inaudito. Sus ropas eran elegantes...-shh...pareía un príncipe, un noble cortesano ¿solitario? -¿Qué hacía él por allí y en aquella condición? No se preguntó más, simplemente tal como había hecho con el ciervo herido, se acercó despacio y con dulce voz le anunció que lo curaría de sus heridas. Así fue y así hizo. En un par de días el joven se recuperó por completo. !Nunca se había sentido mejor! Y sin decir más, se marchó.
La noticia se extendió rápidamente por el pueblo. Como el médico rara vez podía pasar por aquel remoto lugar, la gente empezó a acudir a Juan para aliviar sus dolores. Ya no le temían. Incluso le llamaban para los partos más difíciles, y cunado los animales enfermaban, también.
Como Juan necesitaba cada vez más hierbas para las curas y no le daba tiempo a buscarlas en el monte, comenzó a plantarlas allí mismo, en el bosque, entre los árboles. Sin que lo supiera, su fama creció de pueblo en pueblo. Sus hierbas eran las mejores y sus cuidados, los más esmerados.
Y así fue como Juan empezó a ser conocido como Juan el Sanador.
Él entonces buscó y buscó a aquel Loco que seguía vagando de pueblo en pueblo, pero que siempre se le escapaba como una pastilla de jabón mojada. No lo encontró, pero le estuvo por siempre agradecido porque finalmente hacía lo que siempre había soñado y antes no se había atrevido a desear.
El Loco vivía ahora en el país de los gnomos -eso decían las hadas chismosas-, pero no por mucho tiempo: pronto empezaría a viajar sin rumbo. Pero éste es otro cuento...

LOS CUENTOS DEL DESTINO - Jimena Fernández Pinto-

sábado, 1 de agosto de 2009

Alberto Pancorbo

Es preciso saber lo que se quiere; cuando se quiere, hay que tener el valor de decirlo, y cuando se dice, es menester tener el coraje de realizarlo.
Georges Clemenceau